Apenas llegaron a la fiesta, esa morena con vestido rojo ajustado lo miró con ojos de fuego, le agarró la mano y lo arrastró directo al baño del fondo, cerró con pestillo, se subió el vestido sin quitarse ni las bragas, solo las apartó a un lado y le enseñó ese coño ya empapado que brillaba bajo la luz tenue, él se bajó los pantalones de un tirón y la polla saltó dura como piedra, ella se dio la vuelta, se apoyó en el lavabo y levantó ese culo redondo, pégame toda, le susurró, él la agarró por las caderas y de una sola estocada la llenó hasta el fondo, ella soltó un gemido que casi se escucha en toda la casa, cada embestida hacía temblar el espejo, sus tetas rebotaban dentro del vestido, el sonido del chochito mojado retumbaba, se giró rápido, se sentó en el lavabo con las piernas bien abiertas y lo jaló para que siguiera follándola de frente mientras se mordía los labios, quería más, se bajó, se arrodilló y se la metió hasta la garganta, saliva y lágrimas corrían, hasta que él no aguantó más y le llenó la boca de leche caliente, ella tragó todo, se lamió los labios y sonriendo le dijo, ahora sí podemos volver a la fiesta, pero esta noche te vas conmigo, mi coño no ha terminado contigo.