La mujer, retorciéndose en el pasillo con sus ajustados pantalones vaqueros, apoya las caderas contra la pared; desabrocha uno a uno los botones de los pantalones, baja la cremallera y la humedad brilla en sus dedos. El hombre se acerca, la mujer se arrodilla, le baja los pantalones, agarra su enorme miembro y lo chupa con sus cálidos labios. La saliva le gotea sobre los pantalones, el hombre le agarra el pelo y se lo empuja hacia la garganta; la mujer gime como si se estuviera ahogando. Se recuesta contra la pared, se baja los pantalones hasta las rodillas; abre su vagina húmeda con los dedos y se mete el enorme miembro de un solo golpe. La mujer aprieta los dientes, desvía la mirada; levanta las caderas y la pared tiembla con cada salvaje embestida. Sus pechos se salen de la camiseta, sus uñas se clavan en la pared; las gotas de sudor se mezclan con sus vaqueros. El hombre acelera, le frota el clítoris mientras le aprieta la vagina; las oleadas de orgasmo sacuden su cuerpo. La mujer se pone encima, con los vaqueros en las rodillas, sus caderas giran en círculos; acelera, sus gemidos resuenan en el pasillo.