Iba caminando sola, con la falda cortita y los ojos llorosos, cuando él la vio temblar de frío y de ganas, ella se le acercó directo, le agarró la bragueta y le susurró fóllame aquí, no aguanto más, él la empujó contra el muro del callejón, le levantó la falda y vio que no llevaba bragas, el coñito chorreaba, ella misma se abrió las piernas y se guió la verga hasta el fondo de un solo empujón, gimió tan fuerte que retumbó en toda la calle, él le tapó la boca con la mano mientras la embestía salvaje, cada golpe hacía rebotar ese culito joven contra el ladrillo, la gente pasaba a lo lejos pero a ellos les daba igual, ella se mordía los labios para no gritar demasiado, estoy rota, rómpeme más, le decía entre jadeos, él la giró rápido, le escupió en el culo y se lo metió entero sin aviso, ella se arqueó y se le salieron las lágrimas de placer, el culo apretadísimo lo ordeñaba, hasta que él no aguantó y se corrió adentro del culito tembloroso, la leche le chorreaba por los muslos cuando la dejó caer de rodillas, ella se lamió los labios, se tragó lo que le quedaba en la punta y mirándolo con ojos de loca le dijo gracias por romperme en la calle, mañana a la misma hora, aquí mismo, mi culo ya es tuyo.