Estaban en la encimera, la jovencita con la falda subida y su madrastra con la bata abierta, besándose con lengua cuando él entró, en vez de enfadarse se bajó los pantalones y les enseñó la verga ya dura como hierro, la madrastra sonrió pervertida y le dijo a la chica mira lo que nos trajimos, las dos se arrodillaron al instante, le chuparon la polla juntas, una lamiendo los huevos y la otra tragándosela hasta la garganta, saliva por todos lados, después las puso en fila contra la mesa, primero le levantó la falda a la chica y le metió toda de una en el culito virgen, ella gritó y se agarró fuerte mientras la madrastra le metía los dedos en el coño para que no doliera tanto, luego le tocó a la madrastra, se abrió ella misma el culo gordo y se lo tragó entero sin quejarse, él las alternaba, un rato el culo apretado de la niña, un rato el culo experimentado de la mujer, los cachetes rebotaban y los gemidos llenaban la casa, al final las puso de rodillas otra vez y les llenó la cara y la boca de leche caliente, las dos se besaron compartiendo la corrida y le dijeron al unísono esta noche repetimos en la cama grande, papi, que tus dos putitas queremos más culo roto.